¡Trabajar en archivos es descubrir partes de vida, de amores, dibujos de juventud y... palitos de helado! A medida que buscamos cosas, podemos imaginar cómo fue la vida de este farmacéutico, de esta pareja, de esta mujer durante la guerra... Descubrimos secretos escondidos, pero también recuerdos conservados cuidadosamente.

Es así que descubrí, entre billetes de teatro, folletos de viaje y facturas, el envoltorio de un helado de plátano que viene de un heladero de Milán: "Frontini Panettoni". Según una patente de marca registrada el 11 de noviembre de 1958[1], la empresa Panettoni Frontini S.P.A se encontraba en la calle Pietro Veri número 6, en el centro de Milán. Según los otros documentos guardados en el mismo archivador, la persona que conservó este envoltorio viajó durante los años sesenta por Italia. ¡Qué sorpresa y qué emoción hallar este vestigio! Este helado al plátano tuvo que ser importante para su propietario, porque guardó los palitos de helado. Tal vez, este instante de glotonería marque el principio de una historia de amor, o un momento entre un padre y su hijo. Quizás nunca lo sepamos.

De esta forma, he empezado mis prácticas en el Museo Escolar de Pusol. Estudiante francesa, fui inmediatamente conquistada por el concepto desarrollado aquí. Más vivo que nunca, este museo es también un lugar de memoria: cuenta historias de la sociedad de su entorno. Un poco ingenuamente, pensaba que su política de conservación y de transmisión del patrimonio cultural intangible acaba con los cierres de los archivadores. No pensaba encontrar archivos tan vivos y humanos. El Museo Escolar de Pusol logra sobrepasar la reificación de los objetos del museo, para abordar la dimensión intangible de la cultura viva. Los objetos del museo son los receptáculos de la memoria de los ilicitanos y las ilicitanas. 

Autora: Djamilatou Diallo, alumna en prácticas en Proyecto Pusol. Universidad Versailles Saint-Quentin en Yvelines, Francia.